Hna. Marilupe Mier y Terán Suárez, hmss
Mercedarias del Santísimo Sacramento, EE.UU.
Me viene a la mente el refrán popular: “no hay peor ciego que aquel que no quiere ver” ¡no cabe duda el discipulado tiene su costo! “porque angosto es el camino que lleva a la vida” (Mt 7:13-14) Cristo es mi camino, el lugar teológico de mi reflexión sobre el amor, la libertad, la alegría y ternura del Reino y nunca comprenderé la profundidad de lo que significa mi vida si pretendo observarla desde el balcón.
En mi camino, transitan ilustres maestros y ahí veo sentado a Bartimeo esperando su minuto de misericordia … su grito es una confesión “¡Jesús, Hijo de David, ¡ten misericordia de mí!” … reconoce que su situación es deplorable y solicita, con fuerza, el auxilio y la compasión de quien es Misericordia, Amor, Libertad y Alegría de vivir … no calla para complacer a la multitud y ¡consigue lo que desea! Jesús “lo llama” y los que le callaban son ahora “llamados” a servirle e integrarlo al Camino “Ten confianza, levántate, te llama” ¿Qué tanto soy camino, servicio, vía que lleva a Cristo? … Bartimeo se desprende de todo para ir ante el Maestro “arroja su manto -sus posesiones-” ¡que nada le estorbe para correr de prisa a Jesús! … deja tras sí su ‘vieja’ vida para asumir ¡una nueva! detrás de Jesús (Luis Alonso Shökel, Biblia del Peregrino. Ed Mensajero, 2009) ¿Me desprendo de lo que me impide llegar a mi Redentor? Quien estaba al margen del camino, está ahora en el Camino frente a frente con el Salvador que pregunta “¿Qué quieres que haga? ¡Maestro, que vea!” ¡y su fe lo salva! el que era ciego ¡es ahora discípulo!
En sentido práctico y kerigmático he de afrontar mi llamado manteniéndome en el camino a pesar de crisis, pecado, Covid-19, desastres naturales. Estoy llamada a responder con actitud diaconal, eucarística y mercedaria ante las necesidades de mis hermanos que se encuentran a la orilla del camino ¡he de llevarlos al Maestro! Mi misión se da en el camino ¡no como observadora pasiva! Camino lugar de la acción, de peregrinación, de cruzada donde se busca la meta, donde se corren los peligros, donde mi vida se desgasta paso a paso en acción consagrada de eucaristía y merced.
“Camino, símbolo de experiencia inmediata de realidad y pensamiento engendrado por un serio y vivo interés que genera la decisión y la acción.” (Juan A. Mackay, Prefacio a la Teología Cristiana, 1984) … entre el ruido de la multitud, Jesús oye mi llanto, mi voz, mi petición “Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí” y se detiene; los oídos de Jesús están predispuestos a escuchar al marginado: la mujer con la hemorragia (5:25-34), el endemoniado garadeno (5:1-20), a los enfermos (6:53-56), la siro fenicia (7:24-30), el ciego en Betsaida (8:22-25), al niño con un demonio (9:14-29), a los pequeños (10:13-16) ¡a mi y a ti!. Cristo Redentor desde la eucaristía me pide que pare de obstruir el caminar del hermano y empiece a capacitar, que reemplace mis brazos tiesos por la vanidad, el orgullo, la avaricia y la comodidad con manos llenas de bondad, ternura y misericordia que perdonen, ayudan, rediman ¡Jesús siempre extenderá su mano, con mi mano, para incluir a débiles y vulnerables ¡un servicio autentico de eucaristía y merced!
Dejar todo, aun el peso de mi pecado, y correr la carrera que se me propone. ¿Qué quiero que haga? Santiago y Juan piden puestos de honor ¡ser vistos! Bartimeo pide ‘recobrar la vista’ no ser visto, sino ver, no pide honores, ni ser superior sino hacerse mínimo y unirse al que es Vida, Verdad y Belleza.
Hoy pido recobrar la vista y convertirme en seguidora de Jesús, tener fuerza para caminar a Jerusalén, ¡a la cruz! completamente restaurada … pasar de la mendicidad a la libertad y al gozo alegre de mi dignidad ante la gran paradoja de que mientras Israel está ciego a la presencia del Mesías, ¡un judío ciego lo percibe con toda claridad!
Bartimeo rechazar su apego a las posesiones por el apego a Jesús, aquí está la clave para entender lo ‘que le faltaba’ al joven rico ¡amar a Jesús de verdad, tanto como para desear estar con Él más que cualquier otra cosa! “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino a servir, y dar su vida en rescate por muchos” (Mc 10:45) esto es a lo que me llama mi carisma de ¡eucaristía y merced!