Hermana Teresa Figueroa Martínez
Carmelita Misionera
Cuando reflexionaba este evangelio muchos pensamientos surgían en mi interior, la primera que, no se trata de cumplir los mandamientos sino de vivirlos y ser un ejemplo para los demás, principalmente de quienes viven junto a mí. Todo esto supone un Encuentro verdadero con Jesús que me invita a vivir en autenticidad y transparencia mi vida.
Lo segundo es la fraternidad: las relaciones fraternas reclaman vivir una vida de justicia, misericordia, de buen trato, de respeto, de una convivencia sana, donde el perdón sea el motor del amor y…. cuánto falta crecer todavía en esta dimensión. El Señor me está invitando a la conversión, a tomar plena conciencia de quién soy y de quién me habita.
Lo tercero que la Palabra del Señor es exigente que, no se trata de andar a medias, de un día sí y de otro no. Me invita a dejar esta vida mediocre que a veces se va llenando de normas y no de vida. De exigencias para los demás y para mi ninguna.
Cada invitación que me hace el Señor es a vivir una vida coherente, auténtica, humilde. Pido vaya guiando mi vida para así vivir con plenitud el Amor a ÉL y al Prójimo.
Reflexión: A medida que reflexionaba me surgían las siguientes preguntas, las que coloco con humildad ante ustedes para que nos ayude a nuestra vida de seguimiento y pueda abrir otros cuestionamientos según la vida de cada uno (a) y lo que el Espíritu les inspire.
1.- ¿Qué tengo que soltar en mi vida para que Dios habite plenamente en mí?
2.- ¿A qué me aferro con fuerzas que me da seguridad donde no está Dios?
3.- ¿Cuál es el compromiso que me invita Jesús a través de esta Palabra?
Que tengas una buena reflexión. Reza por mí.
