viernes , 11 octubre 2024

Mensaje XLVIII Asamblea Nacional CONFERRE

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“Salgamos aprisa al encuentro de la vida”
(Plan Global de la CLAR para el trienio 2015-2018)

El Año de la Misericordia y el nuevo plan Global de la CLAR para el trienio 2015-2018, iluminado por el Icono Bíblico de la Visitación, han enmarcado el desarrollado la XLVIII Asamblea Nacional de CONFERRE, realizada en el centro de Espiritualidad Loyola de la Comuna de Padre Hurtado. Las Superioras y Superiores Mayores, Coordinadoras Zonales, Junta Directiva y Coordinadoras/es de Departamentos, hemos hecho un discernimiento,  preguntándole al Espíritu dónde está soplando los grandes desafíos pastorales que implican hacer nuestro el lema “salgamos aprisa al encuentro de la vida”, así como María fue de prisa al encuentro de su prima Isabel.

En un primer momento, hemos sido invitados/as a la escucha, el anuncio y el servicio en clave de compasión. Resuena en nosotros/as el llamado de convertirnos a la misericordia, un don que tenemos que pedir al Señor y una decisión que tenemos que tomar,  haciendo de ella un estilo de vida que nos lleve a la reconstrucción de relaciones más humanas y evangélicas, llegando a impregnar hasta las estructuras de gobierno de nuestros Institutos y Congregaciones. Siendo así signos de la misericordia para la sociedad.

La experiencia vivida en el Año de la Vida Consagrada nos ha invitado a volver a lo propio, a redescubrir nuestra identidad como Vida Religiosa. Esperamos que en todos/as nosotros/as haya renacido la esperanza, la pasión, la frescura del primer sí, el deseo de una vida más radical, porque nuestras raíces se hunden en el Señor. Ahora, a través del icono de la Visitación, la prisa de María y la alegría de Isabel nos interpelan. Dios, a través de ellas, nos empuja a levantarnos, a salir y vivir la profecía del encuentro, porque el amor nos urge.

María, imagen de mujer creyente, se vuelve para nosotros/as impulso para ser testigos de nuestro único Salvador. Nos pide que demos testimonio de hombres y mujeres creyentes en Jesús, dejando de lado nuestras dudas y proclamando que en nuestra Vida Consagrada Dios ha irrumpido; que somos una vida visitada, salvada y en fiesta; preñada, portadora del Resucitado que está obrando en nosotros/as y en todos los hermanos y hermanas. Una vida Consagrada servidora y alegre, que no busca protagonismos, que se reconoce en su tarea de precursora del Señor. Es ésta una invitación a buscar el sentido hondo del ser, no desde lo útil que tiene la persona, sino desde su verdadera dignidad de hijo e hija de Dios.

El encuentro intergeneracional, reflejado en María e Isabel, ambas portadoras de vida y de buena noticia, nos instan a un diálogo con las nuevas generaciones de religiosos/as, acogiendo, reconociendo y acompañando sus inquietudes y aportes, estando abiertos/as a salir de nuestras zonas de confort.

En un sistema que proclama que la salvación está en el poder, la riqueza, el monopolio del saber, hay situaciones que claman. La realidad nos interpela y es clave para nosotros/as: la trata de personas, el conflicto en la Araucanía, las relaciones deshumanizadas, la situación de los migrantes, los jóvenes vulnerables, las situaciones de tráfico de drogas, la violencia, deben marcar nuestro ritmo de respuesta, aunque a veces experimentemos cierta impotencia y desconcierto.

Salimos desafiados/as, de esta Asamblea Nacional, a promover la cultura del encuentro desde la Palabra del Evangelio, que es experiencia y acontecimiento, en clave de Misericordia.  Y a vivir la Intercongregacionalidad en la comunión misionera donde la vida clama como la Araucanía, Trata de Personas, Migrantes. Queremos, como María en su Magnificat, reflejar así nuestra convicción que la salvación viene de Dios y ya está obrando, que su acción está oculta en los pobres, pero es eficaz y causa alegría.

Durante estos días hemos reconocido la generosidad del Señor reflejada de manera patente en la oportunidad de vivir la misión en Copiapó, de ir donde la vida estaba y sigue clamando y de tener como regalo la riqueza del trabajo y convivencia intercongregacional, por eso hemos decidido continuar con la misión en Copiapó en una segunda etapa de acuerdo a la propuesta de la Zonal. Y también, siendo Chile un país que a menudo es golpeado por los embates de la naturaleza y que  nuestros hermanos no pueden esperar, hemos acogido la moción de formar un equipo de hermanos y hermanas que pueda estar disponibles en situaciones de emergencia.

Antes de concluir queremos agradecer a todo el equipo organizador que ha facilitado el desarrollo de la Asamblea y, de manera especial, a los hermanos y hermanas que nos han iluminado con sus ponencias y reflexiones en estos días.

Terminamos nuestro encuentro, urgidos/as a salir con María de la Visitación, porque llevamos en nosotros/as la presencia de Jesús Resucitado que queremos compartir con alegría a nuestros hermanos y hermanas. Y por ello aclamamos a Jesús para que sea Él mismo el que acompañe nuestro caminar de discípulos.

 

Padre Hurtado, 13 de abril de 2016
Año de la Misericordia


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