La sinodalidad para la misión y la misión para la sinodalidad de la vida consagrada
La sinodalidad se tiene que transformar en una verdadera explosión misionera para la vida consagrada; la convierte en una nueva profecía y la lleva a un auténtico cambio de rumbo y de paradigma. Le conduce a un dejarse acompañar por la vida del Espíritu que sopla donde quiere sin que sepamos exactamente de dónde viene ni a dónde va. Nos pone a la zaga de la santidad y la misión de Jesús que es la humanización de la santidad del Dios mismo. Por ella nos ejercitamos en la gestión de lo mejor de uno mismo, de nuestra mayor vitalidad y generosidad. Acentúa la calidad espiritual y la creatividad evangelizadora. Hace que la misión la tengamos que hacer con otros ya que nos necesitamos mutuamente, sobre todo, para el anuncio de Jesús.
