Hna. Fidela Borquez (Hna. Toty)
Superiora Provincial Franciscanas Misioneras de María
El domingo pasado veíamos a Jesús junto a Pedro siendo protagonistas del Evangelio.
“¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?” Pregunta Jesús y Pedro como siempre no duda en sacar la voz por todos y hace profesión de fe: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios Vivo”.
Jesús lo nombra dichoso porque esto que ha salido por de su boca ha sido revelación del Padre que está en los cielos. Le asegura que sobre el edificará su iglesia, le dará las llaves del reino de los cielos y todo lo que ate o desate en la tierra quedará atado o desatado en el cielo.
Y que pasa ahora en este relato? Como es posible que después de haber confesado la fe y haber sido llamado dichoso ahora Jesús lo llama Satanás?
Antes de todo podemos preguntarnos qué imagen tenemos de Jesús, cada uno desde su experiencia de vida va forjando su imagen y su relación con este Señor que un día nos cautivó y nos invitó a seguirle.
Los discípulos pasaron 3 años con él, compartiendo la vida viéndolo hacer milagros, relacionándose con la gente y en ese tiempo fueron creando sus expectativas en torno a Jesús, era lo que deseaban para su pueblo y para ellos mismos.
En este relato vemos que Jesús anuncia lo que tendrá que padecer por ser fiel al proyecto al Padre y por lo visto esto choca ante el ideal que tenían de El cómo liberador de su pueblo, sus expectativas se ven defraudadas y es aquí donde Pedro una vez más toma la palabra, lo lleva a parte, para regañar a Jesús: cómo es posible que diga eso? que van a decir los otros discípulos? A él no le puede pasar eso…definitivamente NO!
“¡ALEJATE SATANAS! QUIERES HACERME CAER.
TU NO PIENSAS COMO DIOS SINO COMO LOS HOMBRES”
No seremos todos un poco Pedro que nos cuesta la idea de un Jesús fracasado, sufriente? Era evidente que Pedro amaba a su maestro y no quería que el sufriera pero quizás detrás está el rechazo al sufrimiento, no querer aceptar las consecuencias de seguir al maestro, si a Jesús lo van a crucificar que les queda al resto de sus seguidores.
Tú piensas como los hombres! Quien conoce el pensamiento de Dios? Es Jesús con sus acciones que nos revela al Padre. Él quiere un Reino de Justicia, de igualdad y de paz para todos. No como nosotros los humanos que muchas veces en el fondo nuestras motivaciones están teñidas por nuestro egoísmo, deseo de poder y todo eso que no nos atrevemos a confesar.
¿Es que mi pensamiento es como el de Dios o como de los hombres? ¿Hay intereses egoístas ocultos en mí?
“EL QUE QUIERA VENIRSE CONMIGO, QUE SE NIEGUE A SI MISMO, QUE CARGUE CON SU CRUZ Y ME SIGA”
Es probable que para muchas personas que no creen en Jesús y lean estas palabras que dice a Pedro les resulte un escándalo y según ellos vaya en contra de toda dignidad y empoderamiento del ser humano, pues para algunos negarse a sí mismo es anularse, pero este no es el mensaje cristiano, sino más bien es el liberarse de todo aquello que nos ata y nos empuja a vivir solo pendientes de nosotros, en el fondo es liberarse del propio ego para dar paso al otro que tengo delante o a mi lado y que yo he ido anulado, invisibilizando por estar centrada en mi misma.
A todos los seremos humanos creyentes o no creyentes, nos toca vivir el sufrimiento pues es algo inherente a nuestra vulnerabilidad humana y esto ha quedado bien patente en estos meses.
La invitación sería a aceptar los sufrimientos que nos vienen a causa de ser consecuentes en el seguimiento de Cristo, la incomprensión, el rechazo, inseguridad, persecución. Como seguidores de Jesús debemos acoger el destino doloroso que tendremos que compartir con Jesús si realmente queremos ir tras sus pasos.
No es andar buscando cruces, sino tener la misa actitud de El de no rehusar, sino aceptar en disponibilidad y docilidad lo que Dios nos pide para vivir el plan salvífico en nosotros y así contribuir a la construcción de su Reino en el contexto que nos toca vivir.
¿Sabemos “cargar” con la realidad de estos tiempos difíciles o nos encerramos en nuestro pequeño mundo?