“Como el Padre me envió a mí, Yo también los envío a ustedes”.
Reflexión del evangelio según san Juan (20, 19-23)
Hna. Rossina Jopia Muñoz
Misionera Dominica del Rosario
Con el Evangelio de este día, se da cierre al tiempo pascual, y acogemos el cumplimiento de la promesa dada por Jesús, a las y los discípulos de enviarnos su Espíritu, y como fruto de esta acción celebramos el nacer de la Iglesia. La cual sigue siendo invitada a revitalizarse con nuevas fuerzas, aliento renovado, creadora, de puertas(corazón) abiertas a todas las personas, con el compromiso de no dejar a nadie fuera de ésta.
En medio del temor, el Señor Jesús les brinda la paz, y con ella el equilibrio y serenidad para ver, acoger y escuchar la presencia del Resucitado. Hoy esta presencia está en medio de su pueblo, concediéndonos nuevas oportunidades, cargadas de diálogo, transparencia, de escucha, de manera especial a las voces disidentes que tenemos en nuestras comunidades, congregación, pues con la armonía del corazón podemos abrirnos al don del entendimiento al modo de Jesús, no del poder ni de los manejos mediáticos, de cimentar la búsqueda de la Verdad, en medio de la inseguridad, de la incertidumbre y de nuestros propios temores, divisiones, funas y desmedro de la dignidad de las personas, y que actualmente se nos invade por las divisiones en esta pugna electoral, partidista, en ausencia de la búsqueda del bien común…
Ante nuestra realidad social y eclesial, el Espíritu nos desafía a entendernos, a valorar a las personas en su esencia, de conciliar, aceptando las divergencias, sellando la nueva alianza que nos concede el Espíritu del Resucitado. Acogiendo el perdón, para hacer posible los cielos y la tierra nueva, dando y recibiendo misericordia, compasión, pues día a día son posibilidades de bendición y de Gracia, todo tiene su tiempo, su espacio y sentido, desde la apertura del corazón.
“Los discípulos se llenaron de alegría…” que este fruto invada a nuestra Vida Consagrada, reflejando el gozo, la pasión que respira y se deja conducir por el aliento de Dios, en medio de sus fragilidades, abrazando limitaciones, minoridad, incertidumbres y que se vigoriza en el desafío a vivir en radicalidad, siendo testigos creíbles, tejiendo relaciones saludables y de comunión, gestores de esperanza y de Buenas Nuevas para nuestra sociedad hoy.
En este año de Gracia que estamos viviendo por el Jubileo de la Vida Consagrada, este nuevo Pentecostés nos impulse a vivir y a mantener las puertas abiertas de nuestros corazones, en fidelidad a la Opción Fundante y al Evangelio, atenta y dando respuesta a los clamores de nuestros pueblos…
Bendiciones y un agradecido Pentecostés