TRANSFORMAR LA ECONOMÍA DESDE EL EVANGELIO
Esa es tarea de la vida consagrada. La gran opción del religioso y la religiosa al profesar el voto de pobreza es dedicar su vida a hacer lo más posible para pasar de una economía de la codicia y de la abundancia a una economía de la solidaridad y la sencillez; es una tarea apasionante. Lamentablemente la economía se confunde en nuestros días con una ambición imperiosa. El tener y el acumular acapara las mejores energías de muchas personas, familias, grupos, países; bulle dentro de nosotros mismos y de nuestra mente.