lunes , 1 septiembre 2025

Monseñor Alejandro Goic Karmelic: una vida entregada a la Iglesia

El obispo emérito de Rancagua, monseñor Alejandro Goic Karmelic, querido y recordado pastor de nuestra Iglesia, partió a la Casa del Padre este lunes 1 de septiembre. Su vida ha estado marcada por una entrega constante al servicio de la fe, la justicia y el acompañamiento de las comunidades en distintos rincones del país.

Fuente: Iglesia.cl

Una vida entregada a la Iglesia tuvo el obispo emérito de Rancagua, monseñor Alejandro Goic Karmelic, quien este lunes 1 de septiembre, ha partido a la Casa del Padre. Internado por complicaciones de salud desde el viernes 29 de agosto, los llamados a la oración no se hicieron esperar, y con ello también los recuerdos de su labor pastoral y su preocupación las personas.

Mons. Goic fue Obispo de Rancagua, desde 2004 a 2018, fecha en que fue aceptada su renuncia por el Papa Francisco. Desde ese momento vivió su retiro dedicado oración, la lectura y la reflexión, en el monasterio de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento.

Rogamos a toda la comunidad eclesial y a quienes lo conocieron unirse en oración por su descanso eterno y por el consuelo de sus familiares y cercanos.

Pronto se entregará más información respecto a sus funerales.

Su vida en el sur

Nacido en Punta Arenas, fue ordenado sacerdote el 12 de marzo de 1966 en su ciudad natal. Durante sus primeros años ministeriales, se desempeñó como párroco de Nuestra Señora de Fátima y capellán de la Penitenciaría de Punta Arenas, además de vicario general de esa diócesis. Tras la muerte de monseñor Vladimiro Borić Crnošija (Obispo de Punta Arenas) en 1973, ejerció como vicario capitular hasta la llegada del nuevo obispo, monseñor Tomás González.

En el sur del país, le correspondió participar activamente en las gestiones que realizó la Iglesia católica chilena junto con su par argentina, para evitar un conflicto bélico en 1978, esfuerzo que culminó con el arbitraje papal. Entre 1975 y 1976 profundizó sus estudios de teología en la Abadía de San Andrés, en Brujas, Bélgica.

Camino episcopal

El papa Juan Pablo II lo nombró obispo titular de África y obispo auxiliar de Concepción en 1979. Recibió su ordenación episcopal el 27 de mayo de ese mismo año, en el Vaticano, de manos del propio pontífice, siendo el primer obispo chileno ordenado directamente por él.

Posteriormente, en 1991, fue trasladado a la diócesis de Talca como obispo auxiliar, hasta que en 1994 fue designado obispo de Osorno.

Su vínculo con la diócesis de Rancagua comenzó en 2003, cuando Juan Pablo II lo nombró obispo coadjutor. Un año más tarde, tras la renuncia de monseñor Javier Prado Aránguiz, asumió como obispo, cargo que desempeñó hasta 2018.

Servicio en la Iglesia chilena

Además de su labor pastoral en las diócesis que encabezó, monseñor Goic ocupó un rol protagónico a nivel nacional. Fue presidente de la Conferencia Episcopal de Chile entre 2004 y 2010, y presidió el Consejo Nacional para la Prevención de Abusos y Acompañamiento de Víctimas desde 2011, promoviendo políticas de protección de menores y de ayuda a quienes sufrieron situaciones de abuso.

Monseñor Goic tuvo un importante rol, dando a conocer la opinión de la Iglesia en temas de contingencia y justicia social: su intervención favorable en la huelga de trabajadores de la Mina El Teniente del 2007 y su referencia al “sueldo ético” en 2009. También fueron tópico de preocupación “las desigualdades escandalosas”, la situación preocupante que viven los inmigrantes o los privados de libertad.

Recordado por su carácter sencillo y pastoral, monseñor Goic dedicó su vida a servir con cercanía a las comunidades, con un fuerte acento en la justicia social y el acompañamiento de los más vulnerables. Su paso por Punta Arenas, Concepción, Talca, Osorno y especialmente Rancagua, dejó huellas profundas en sacerdotes, laicos y familias que lo reconocen como un pastor cercano y comprometido.

La Iglesia de Rancagua y toda la comunidad católica chilena se une en oración por quien ha sido, por más de cinco décadas, un ejemplo de servicio y fidelidad al Evangelio.

Cristo es mi vida

“La vocación es un don de Dios. Desde los años de seminario y después, en toda mi vida sacerdotal y episcopal, he tenido la gracia de la cercanía de creyentes (sacerdotes, mujeres consagradas, diáconos y laicos) ejemplares en su fe, en su amor, en su entrega. De todos ellos he recibido mucho.

La fascinación por la persona de Jesucristo y su Evangelio ha sido esencial. Mi lema episcopal, “Cristo es mi vida”, marca mi ministerio. Es lo único que he anhelado y anhelo, más allá de mis fragilidades: que Cristo sea mi vida y el centro de todo. El amor a la Virgen María es fuente de espiritualidad.

La figura de san Francisco de Asís me motiva y conmueve. El testimonio y coraje de san Alberto Hurtado es inspiración y fuerza. Y tantos hermanos y hermanas ya fallecidos y tantos que hoy me animan y sostienen”, mons. Alejandro Goic Karmelic 27 de mayo de 2009.

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