Fruto de un camino de escucha, discernimiento y comunión, este mensaje recoge las principales llamadas que el Espíritu ha suscitado en la XXII Asamblea General. Es una palabra de esperanza, compromiso y renovación para toda la Vida Religiosa de América Latina y el Caribe. Una invitación a seguir construyendo una Iglesia sinodal, cercana, encarnada y profética.