Como discípulas/os de Jesús nos sentimos interpelados a ser una Iglesia samaritana de los caídos al costado del camino, víctimas de los mecanismos de un sistema que excluye; a cuidar de tantas/os vulnerados y a apostar fuertemente por iniciativas y procesos de defensa de los derechos humanos y de reconstrucción del tejido social.