«Aún encontramos personas, pequeños grupos, que se organizan y se disponen a trabajar por otro mundo posible: más solidario, fraterno y sostenible. Hay y ha habido mártires, pasados y presentes, que dan su vida por el Reino. Mujeres y hombres que trabajan por una economía solidaria, sostenible y al servicio del bien común, cuya esperanza es la vida en sí misma, sostenidos por la fuerza de los valores y principios bebidos en las tinajas del bautismo y de la Consagración Religiosa”.
