Los primeros años posteriores a la profesión perpetua representan para las Nuevas Generaciones de la Vida Religiosa un reto, donde tienen que afrontar cambios significativos y asumir responsabilidades importantes que pueden generar conflictos en la respuesta vocacional y en la integración comunitaria.
En los últimos años, acompañando las diferentes realidades de las Nuevas Generaciones, hemos evidenciado que muchas de las salidas de las hermanas y hermanos se presentan particularmente durante los primeros 10 años de Vida Consagrada, por crisis relacionadas con las dimensiones humana/afectiva, comunitaria, económica y apostólica (cfr. DIVC-SVA, El don de la fidelidad, 2020, 5-6).
Frente a esta situación de vulnerabilidad en las Nuevas Generaciones, y teniendo en cuenta los objetivos de nuestra Comisión, consideramos necesario focalizar la atención en esta etapa y sus clamores.