Amar y cumplir lo que hemos visto y oído
P. José María Arnáiz,sm
Religioso Marianista
Director de la Revista Testimonio
Evangelio según San Juan 14,23-29
Los textos del domingo VI de Pascua nos invitan a mirar a lo esencial; algo que a veces es invisible a los ojos. Muchas cosas son importantes en el seguimiento de Jesús, pero pocas, imprescindibles. Amar y obrar en consecuencia y con especial dedicación a los más pobres está en el corazón del evangelio y del constante proceder de Jesús y de todos los que asumimos su causa.
El libro de los apóstoles nos relata un conflicto entre los creyentes venidos del judaísmo y la comunidad de Antioquía: ¿Es posible o no lo es la salvación sin pasar por la circuncisión y la observancia de la ley? Pablo y Bernabé defienden que no es necesario ese paso; eso crea una inmensa tensión en la comunidad. Se hace necesario enviar un grupo a Jerusalén, a Roma diríamos en nuestros días, para dirimir la cuestión. El tema de fondo es muy profundo. Se desconfía de la maravillosa fuerza redentora y salvadora de la resurrección. La Asamblea de Jerusalén reconoce la gratuidad de la salvación y la fuerza transformadora de la resurrección; de algo que nos llega gratuitamente. El pleno de los convocados elige unos representantes para que lleven una carta con un compromiso de no imponer más cargas que las necesarias a los venidos del paganismo. Los misioneros, felices, serán testigos cualificados de la gracia pascual en las comunidades y les darán la grande y liberadora noticia. Procederán como testigos de la resurrección. Transmiten la alegría pascual y la gratuidad de la salvación que nos regala el Señor. Cuando uno se deja invadir por el Espíritu Santo se decide y se procede bien.
El libro del Apocalipsis nos abre a la esperanza de una ciudad nueva, plural y que integrará toda la historia y se abrirá a todo el mundo y a ella llegaremos de los cuatro puntos cardinales. Para entrar en ella no se precisará visa. Nos va a recibir en ella el Dios cercano, el Dios Padre y dador de vida.
El evangelio sintetiza las claves del seguimiento de Jesús en amar y cumplir sus Palabras. ¡Qué sencillo y qué profundo! ¡Cuántas veces cargamos a los demás con yugos y ritualismos que ni siquiera nosotros somos capaces de cumplir! ¿Pensamos en el sentido de las prácticas que proponemos a nuestro pueblo o en cumplimientos que no aportan nada a la realización del Reino?
Amar y cumplir. Cumplir lo que se ama y amar lo que se cumple. Eso es lo que propone Jesús. Y no de manera irracional o bajo los efectos de alguna sugestión. Amar hasta el extremo como él amó y ser consecuentes con ese amor. Abrazar con pasión su causa y ser radicalmente fieles y hasta el fin. Vivir apasionadamente la propuesta del Evangelio, cumpliendo la palabra y haciéndola vida en la praxis liberadora del Reino. En este itinerario de opción, entrega, seguimiento y compromiso contamos con la fidelidad inclaudicable del Padre con aquellos que aman y se identifican con el Hijo: la presencia-fuerza del Espíritu Santo.
El Espíritu Santo está en medio de nuestras comunidades para ayudarnos a amar y cumplir. Su presencia y su acción se transforma en memoria de la presencia de Jesús, de su palabra; en fuerza arrolladora y fuego que arde en los corazones creyentes; en pasión por la vida y por la humanidad e intimidad con el mismo Jesús; en comunión y apertura universal; en anuncio misionero y denuncia profética; en viento que arrebata y no nos permite callar lo que hemos visto y oído, en palabra y vida.
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