¿CREER O NO CREER?
Sor Fanny Dobronic
Hijas de María Auxiliadora
Evangelio Según San Juan 20,19-31
San Juan sitúa este relato en el momento que el sol se esconde, los discípulos están con las puertas cerradas, el terror los invade. La cruel muerte sufrida por Jesús no deja espacio a la alegría y no hay esperanza. Pero, cuando no lo esperan aparece Él.
El evangelio del segundo domingo de Pascua narra una experiencia de fe: “Hemos visto al Señor”. E insiste en el tema casi con exageración. Encuentro con Jesús, ahora Resucitado, que llega entregando paz y alegría a unos discípulos muertos de miedo. ¿Tan importante es creer? ¿Qué cambia si sólo nos quedásemos con su mensaje y su testimonio de vida?
La Resurrección es el misterio central de nuestra fe. Toda la lectura que hacen sus discípulos de la Buena Nueva que anuncia Jesús de Nazaret está iluminada desde su retorno a la vida. Y a una totalmente diferente. Es y no es Jesús. Su apariencia es de la persona con quien compartieron en la intimidad, pero a la vez ellos saben que es mucho más que eso. ¿Cómo reaccionarías si alguien significativo en tu vida volviera después de morir?
La crisis de fe de nuestro tiempo se debe a la primacía dada a la razón. Nada que no se pueda explicar científicamente puede ser creíble. Es como si fuéramos solamente inteligencia y nada más. Cristo ha resucitado y con ello muestra la dimensión de transcendencia de la criatura humana.
Es un acontecimiento histórico, pero solo ante Dios. Nadie ha sido testigo directo de ese magnífico acontecimiento. Pero, los discípulos igualmente por otros caminos han sido testigos creíbles. No hay explicaciones de la ciencia respecto de ello. Aunque volver a vivir, transcender es el anhelo más profundo y no siempre declarado por las personas.
El único testigo, el propio Jesús se aparece, y muestra las evidencias de la crucifixión, ante los atónitos discípulos y el descreído Tomás. Lo pueden ver y confirmar que efectivamente es Él.
Jesús irrumpe sin condicionarse por las puertas cerradas. No está sujeto a las leyes ordinarias. El cuerpo de Cristo ahora ha resucitado.
Jesús trae verdaderamente la paz, no es un deseo, sino que nos libera de todo miedo, de la desolación y de la muerte.
Les mostró las manos y el costado, con ello refuerza las pruebas evidentes y tangibles que Él ha sido crucificado. Muestra sus heridas para reforzar que la paz que Él trae viene de la cruz. Lo pueden ver, pero llegar a percibir los signos de su Resurrección también requiere fe. Nada hay comparable a la resurrección de Jesús. Es una novedad, es el futuro que nos espera. Solo queda creer y esperar. Jesús hace una referencia a las generaciones pasadas y futuras: Dichosos quienes creen, sin haber visto.
Los discípulos se alegran de verlo y Jesús los envía a la misión. Sopla sobre ellos el Espíritu Santo dador de vida y refuerza el mandato misionero.
Uno de los signos más especiales de que Jesús resucitado cambió la óptica de la vida de los primeros cristianos es el estilo de vida de la primera comunidad, que San Lucas relata magistralmente en Hechos de los Apóstoles 5, 12-16. Es el testimonio creíble de fraternidad lo que hace que muchos otros se sumen a esta vieja y nueva religión. Se establece entre ellos una relación fraternal hasta llegar a poner todo en común. También se manifiesta en el perdón de los pecados y en experimentar la misericordia infinita de Dios.
Pero, hay quien ha dudado, Tomás, no cree lo que dicen los demás. Tiene no solo que ver a Jesús, tiene que tocar y sentir que ese hombre es el Maestro. Complejo tema: ¿cómo creer que ha vencido a la muerte? Era un hombre extraordinario, pero sólo eso. Es lo que se ve. No hay más. Dudar, es casi una actitud permanente en los seres creados.
La fe es sin duda, el tema más recurrente en el evangelio. Jesús alaba a las personas que tienen fe pero también reprocha a quienes tienen poca fe.
Creer que Jesús resucitó es sin duda uno de los mayores actos de fe ¿quién dice la gente que soy yo? Preguntó Jesús una vez. Muchas personas se lo siguen preguntando hoy. Muchos siguen teniendo miedo como los discípulos y prefieren no interrogarse al respecto. Es más fácil y sencillo encerrarse o bien como Tomás, necesitan tocar para creer.
La fe es un don, un regalo que se debe cuidar con esmero. La fe hizo que Tomás exclamara una de las más conocidas frases del evangelio: ¡Señor mío y Dios mío!
¿Creer o no creer? Pregunta que la persona de esta sociedad líquida, ni siquiera se plantea o bien evade, es el drama de las personas de nuestro tiempo.
San Juan en el libro del Apocalipsis en uno de sus éxtasis comparte las palabras que Jesús le dirige: ¡No temas: Yo soy el primero y el último, yo soy el que vive!
¿Qué signos percibimos en nuestro tiempo que muestran que Jesús, el Hijo de Dios, ha resucitado?
¿Qué signo crees de mayor importancia en este momento histórico?
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