«Señor enséñanos a orar»
Lucas 11, 1-13
Hermana Teresa Figueroa Martínez
Carmelita Misionera
El evangelio de este domingo comienza con una petición de los discípulos “Señor enséñanos a orar” y Jesús pronuncia esa oración tan hermosa como es la del Padre Nuestro y que rezamos a diario.
Mi experiencia en el camino espiritual de esta oración es la de reconocer que tengo un Padre, que me conoce, ama y guía mi camino. Que me invita a trabajar en su Reino, a colocar mi vida en absoluta disposición a su voluntad. Que me pide actitudes como la humildad, la entrega de corazón, el abandono, el perdón, mi vida siempre abierta al Espíritu para dinamizar mi interior, renovar mi voluntad a sus planes y proyectos, y no caer en la indiferencia de lo que sucede a mi alrededor.
Esta doble vertiente de encuentro con Dios y el prójimo me debe llevar a encender el fuego del Amor, para hacer florecer la vida, la justicia, la Paz, la Esperanza, la alegría.
Continúa Jesús en el evangelio con la parábola del amigo inoportuno y añade “Pedid y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá; porque todo el que pide recibe y el que busca halla y al que llama se le abre.
Orar abre el corazón a la Palabra, a su mensaje, a la vida, fortalece el vínculo con Dios y los hermanos. Orar con insistencia porque el que ora ama. “Orar es amar” decía Santa Teresa de Jesús.
Pedimos al Señor que nos enseñe a orar, que nos enseñe a dialogar con Él y los hermanos, a escuchar con confianza. Que nos conceda el pan de cada día, el perdón que sana y la fortaleza para vencer las tentaciones.
Que el Espíritu Santo nos transforme, avive nuestra Fe y nos haga testigos de su Reino contagiando la alegría de ser amados por Dios, nuestro Padre.