«No tengan miedo…”
Mt 10,26
Hna. Claudia González, ap
Secretaria Ejecutiva CONFERRE
Esta llamada del Señor a “no temer”, que encontramos en el Evangelio de hoy, esta inserta dentro del envío que Jesús hace a los doce, luego de haberles “dado poder” (Mt 10,1ss) para expulsar espíritus inmundos y sanar.
Ciertamente, el envío a la misión conlleva la advertencia de las exigencias y desafíos que ella encierra; Jesús quiere evitar la ingenuidad o la falsa seguridad que podrían tener los Apóstoles al saberse poseedores de un “poder” que podría pensarse los eximiría de las incoherencias, tensiones, peligros, complicaciones, inherentes a la misión a la que son enviados.
Temor y confianza son un binomio presente en la vida y tarea del discípulo – misionero, donde claramente le segunda debe ser más fuerte que la primera. La acogida del Evangelio en la propia vida y por ende, el necesario testimonio y anuncio que debe darse entre las personas con los cuales se convive muchas veces genera consecuencias que no siempre son agradables. En muchos momentos de la historia y aún hoy, la Misión es un ir y anunciar que se hace contracorriente; un salir de la propia comodidad, seguridad arriesgando incluso la propia vida; lo anterior ciertamente hacer surgir el temor, entendido como aquella sensación que nos impulsa a huir cuando consideramos que puede haber un peligro, aunque este no siempre sea real; es esa vocecita que resuena diciendo “y si pasa esto o aquello, y si no resulta, y si me va mal… ”
Jesús nos llama a confiar, a cimentarnos en el amor del Padre, que nos recuerda que valemos mucho más que dos gorriones (cfr Mt10,31) y desde allí abrirnos a la fuerza del Espíritu que nos ayuda a disponer las propias capacidades y dones para ir y anunciar; a no paralizar nuestras acciones sino que confiados en su amor, contribuir incluso con nuestro grano de arena en la construcción de su Reino.
