Sor Iris Inostroza
Hijas de María Auxiliadora
En este segundo domingo de Pascua, día en que celebramos la Misericordia del Señor, estamos invitadas/os nuevamente a ser “Felices”, y felices porque optamos por creer aún sin haber visto. ¡Qué hermoso mensaje nos regala la Palabra de hoy!
Si leemos el texto, y entramos en las circunstancias que vivían los discípulos, podemos ver algunas similitudes con nuestra realidad, con lo que estamos viviendo como sociedad. Ellos estaban asustados, el Maestro y Señor había muerto, y no tenían la certeza de lo que había pasado con él. Sabemos que las mujeres habían ido a decirles que estaba vivo, pero era una noticia tan difícil creer… El miedo era tan grande, que hasta tenían las puertas cerradas por temor a lo que fuera a pasar.
Hoy nosotros también tenemos miedo, vivimos en un ambiente convulsionado, la pandemia que no pasa y las circunstancias sociales del país nos tienen en vilo, no sabemos qué va a pasar. Así, levantamos la vista al cielo, buscando certezas, señales, que alguien nos vuelva a encender la llama de la esperanza para abrir las puertas y mirar el futuro con optimismo.
Sin duda, necesitamos que Jesús entre, que llegue hasta nosotras/os traspasando las barreras del temor, de la soledad, de la incomunicación, que nos mire a los ojos y nos vuelva a decir: “paz a ustedes”.
Pidámosle al Señor que nos regale su Espíritu, para que podamos ser mensajeros de la paz que recibimos de Él, para que seamos constructoras/es de una sociedad donde el miedo no se imponga, donde el respeto y el bien del otro, y de todos, sean las actitudes que predominen.
Hoy como ayer, te necesitamos Señor en medio nuestro.