Hna. Luz Adriana Libreros
Hermanas Terciarias Capuchinas
Evangelio según San Juan (13,31-33a.34-35)
Hoy, Jesús, en su evangelio nos recuerda el gran regalo de su testamento, regalo que nace de su corazón, regalo de amor que ocurre en la intimidad, próximo a su pasión, en el cenáculo, estando con los suyos y les dice “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como Yo os he amado. Amaos unos a otros. En esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros”. Me conmueve oír estas palabras, porque Jesús insiste que es un mandamiento nuevo; pero, ¿Cuál es la novedad de sus palabras? “Como Yo os he amado…y sabemos muy bien el precio de tal amor, hasta la muerte, hasta dar la vida, hasta que nos duela, hasta el extremo. Así es como quieres que nos amemos.
Esta consigna del evangelio de hoy debe quedar impresa en todo nuestro corazón, más allá del tiempo pascual que estamos viviendo, es una consigna que está llamada a imprimir el sello de toda nuestra vida; cuando nos dice ámense unos a otros, nos habla de la gran señal del discípulo, hoy en día en nuestra sociedad esta palabra “amor” se usa de muchas maneras, es una palabra que se ha convertido en un comodín, cada uno le da el valor que quiere y lo usa como quiere. Jesús no hablo de cualquier amor, nos habla de su amor, que nos amemos, pero con un amor como el de Él y debemos preguntarnos ¿cuáles serían esas características del amor de cristo? es decir ¿cómo debo vivir el amor para acércame en algo a lo que Jesús nos ha enseñado? ¿Cómo vivo el amor propio y el de los hermanos? Sé que esto es mucho más que el amor que me tengo a mí, sé que es mucho más que el amor de correspondencia, ese amor que me exige llega hasta la muerte y ¿de qué tengo que morir para experimentar ese amor gratuito de Jesús que me lleva a darlo y experimentarlo en los que me rodean? Lo importante en este momento es recibir este gran regalo y aprender que la medida del amor es amar como Él.
Por eso es importante durante esta semana pedirle a Jesús que nos abra nuestros ojos para darnos cuenta de la importancia de este mandamiento, de examinar el amor que tengo a los demás, de poder hacer esfuerzos para ama como Él, sentir como Él, y es allí el gran reto en este momento actual de distinguirnos por el amor, que los demás descubran en nosotros ese rostro amoroso y misericordioso de Dios Padre que camina con cada uno, y que ese amor nazca cada día en el cenáculo de nuestro corazón a pesar de las adversidades de la vida, que sea el Señor quien renueve, cambie y purifique nuestro capacidad de amar, hasta el final.
Si quieres puedes escuchar la siguiente canción:
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