“Ardientemente he deseado…”
(Lc. 22, 14ss)
Hna María Salomé Labra M, ssps
La Palabra de Dios de este domingo nos invita a acompañar a Jesús y aprender de El en la experiencia de amar y dejarnos amar en toda situación que vivir nos implica. Así la narración del evangelio en este Domingo de Ramos, se inicia con esta declaración de Jesús “ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros…”
Me pregunto y les pregunto ¿qué deseo ardientemente en mi vida cotidiana?, ¿con qué motivación me acerco a esta semana santa? Semana que nos coloca en el centro del misterio de nuestra redención, la entrega libre y dolorosamente amorosa de Jesús para mostrarnos el camino a seguir. Se hace un compañero de camino revelando desde su entrega nuestras miradas e intenciones que emergen del corazón, deseos de estar con él y la traición, cercanía y ausencia, compromiso e indiferencia, entusiasmo por seguirlo y miedo ante el dolor y riesgos, negación y solidaridad… ¿quién de nosotros/as en el diario vivir no ha experimentado estos sentimientos y ha actuado como alguno de sus discípulos ante situaciones y experiencias que percibimos como peligrosas o exigentes o que pueden dañar nuestra imagen o reputación?
Estar presentes en el cotidiano vivir de tanta complejidad, volatilidad y dispersión, ante el dolor de la enfermedad incurable, de la pobreza, injusticia y soledad que viven tantos de nuestros hermanos/as, en medio de las distracciones y situaciones poco veraces que nos ofrecen los medios de comunicación, ante las múltiples posibilidades a seguir… son un desafío permanente y la tentación de huir y desconectarse usando estos días para el disfrute y/o descanso están a la puerta. Como los israelitas, podemos salir a su encuentro cantando salmos que exaltan su señorío y lo que pueden recibir de Él y luego, alejarse de la posibilidad de entrar en sí mismos y escuchar los clamores internos que preferimos ignorar… clamores que resuenan ardientemente en nosotros/as por ser amados, reconocidos, valorados, por estar con otros/as y crear juntos desde la confianza el terreno fértil donde la vida siga desplegándose para el bien de todos/as.
Quisiera invitarte e invitarme a entrar desde el silencio a seguir el camino de Jesús en estos días, reconociendo ¿cómo estoy viviendo mi obediencia en su presencia cotidiana? ¿con qué atención me entrego cada día? ¿con qué intención desarrolló mis relaciones, mis servicios, mis proyectos? ¿dónde me sostengo o qué hago en y ante las adversidades?
Te invito a iniciar la semana con el compromiso de un gesto de amor hacia ti, los demás y el mundo que marque la diferencia y contribuya al bien vivir de la humanidad. Que puedas reavivar en ti el ardiente deseo de compartir la mesa con todos/as ¡Una bendecida semana santa para ti y quienes están alrededor tuyo!