P. Hernán Vargas, cp
Congregación Pasionistas
Hace dos domingos atrás, hemos comenzado a proclamar y meditar el capítulo 6 del IV Evangelio: el signo y el discurso del Pan de Vida. En el texto de este domingo hay un cambio radical y opuesto en la multitud o seguidores de Jesús. De ser una multitud que busca a Jesús pasa a ser una multitud que no cree en El. Del entusiasmo y la admiración por Jesús se pasa a la crítica descalificadora y a la murmuración. Primero lo reconocen como el Maestro y el Señor. Ahora viene la crítica. “¿Acaso no es el hijo de José? Conocemos a su padre y a su madre.” El resto del texto de hoy es la respuesta de Jesús a la murmuración y a la crítica.
Jesús hace una afirmación categórica: Yo soy el pan de Vida. Es un pan que ha bajado del cielo. Es su persona que se encarnó y habitó entre nosotros para la vida del mundo. Jesús es sacramento, signo del Padre.
Los tiempos históricos eclesiales que nos toca vivir son tiempos difíciles. Estamos expuesto a la crítica destructiva, a la descalificación y a la murmuración. Los anti-testimonios que hemos dado algunos miembros de la Iglesia han sido la causa de esto. Y con toda razón. No somos creíbles. Pero no podemos caer en una depresión personal o comunitaria, como el profeta Elías en el desierto. Dios no abandona la obra de sus manos.
Con una mirada creyente y esperanzadora, esta profunda crisis institucional es una invitación a la conversión y es una oportunidad para volver al primer amor. Como Vida Consagrada, queremos seguir siendo signo y memoria viviente del modo de existir y de actuar de Jesús como Pan de Vida y Verbo encarnado ante el Padre y ante los hermanos y hermanas. VC 22
El seguimiento de Jesús tiene pleno sentido si nos transformamos en pan partido, compartido y repartido para la vida del mundo, preferencialmente para quienes tienen hambre de vida, de justicia, de dignidad, de sentido de la vida.
La palabra de Dios de este domingo es una hermosa iluminación que nos prepara para celebrar el día de la Vida Consagrada. Con mucho acierto la CLAR nos desafía a salir a prisa al encuentro de la vida para escuchar a Dios allí donde la vida clama.
Vida Consagrada, levántate porque todavía te queda mucho por caminar.
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