Hoy Jesús revive su pasión en esas/os niñas/os, en esas mujeres y hombres, víctimas de la migración forzada y del tráfico de personas. Mientras seguimos la pasión de Jesús y de estas hermanas/os que viven su viacrucis en nuestras calles, en nuestras carreteras, en nuestros talleres y en nuestros campos, o bien escondidos donde nadie los ve, junto con ellos vamos a celebrar también la esperanza de la Resurrección, la victoria del amor contra todo tipo de mal, el triunfo de la vida sobre la muerte.
Que este Viacrucis sea para nosotras/os un camino de esperanza y de compromiso, que sea esa luz que ilumine la vida de las víctimas, para que estas hermanas/os puedan vivir la Resurrección de un nuevo comienzo, y alcancemos un mundo sin esclavitud, sin tráfico de personas.
