En este tiempo de Jubileo y con un corazón lleno de alegría, damos gracias a Dios por la bendición que significan los 130 años de vida de la Congregación Hijas de San José, protectoras de la Infancia, quienes el pasado 29 de marzo celebraron tan gozoso acontecimiento.
Compartimos las palabras que dirigiera la Superiora General, Hna Rosa Bahamonde, y que resumen el sentir que movió a la Fundadora, Madre María Luisa Villalón a emprender la gran tarea de fundar la Congregación.
Que la bendición del Señor las siga sosteniendo cada día en su caminar de servicio, fidelidad y entrega.
La huella de Dios
¿Qué ser humano puede celebrar 130 años de vida ?, sólo las obras de Dios permanecen en el tiempo. Instrumentos de Dios somos para construir historia, los seres humanos pasamos dejando la huella, esa huella que es el paso de Dios por los lugares, el paso de Dios es el bien “Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos, a mí me lo hicisteis” (Mt.25,31-46) Un 29 de marzo de 1895, Dios dejo estampada su firma, en la naciente Congregación de las Hijas de San José Protectoras de la Infancia, para que cientos de personas colaboren en la protección a la infancia, adolescencia y juventud. miles de niños en estos 130 años experimentan el Amor de Dios, salvando sus vidas, saciando el hambre, sanando sus dolores, creciendo en la fe, enriqueciendo su intelecto, con su profesión, oficio, valores y fe aportan a la sociedad.
Madre María Luisa Villalon Lucero de la mañana que anunciaste a millares de niños en Chile que Dios ha venido a ellos, que la esperanza y el amor existen, grandes mujeres vestidas de negro caminan por las calles envolviendo en sus capas a los niños que tienen frio, sacando de sus bolsos alimentos para saciar el hambre, de sus manos la ternura y el calor de una madre que no la tienen, de sus labios solo palabras de amor y consuelo y la sonrisa que anuncia una nueva vida. “Servir a Dios con alegría” (MLV) Madre María Luisa es: la esperanza del pobre, la voz de los sin voz, la madre de los sin madre, la alegría de los tristes, el consuelo en el llanto, la victoria en el fracaso, la paz en la violencia, la que levanta al caído, la generosidad en el egoísmo, la amiga de todos, la de dulce mirada, la de palabras asertivas, la de los brazos del consuelo. Esta obra no fue construida con una mirada y ayuda humana, conto con la mejor ayuda que todos podemos aspirar, su gran colaborador fue el hombre de confianza de Dios San José, juntos cumplieron la voluntad de Dios en Chile. Si los edificios hablaran podrían testimoniar de lo acontecido en estos 130 años, porque las palabras se empobrecen al contar este acontecimiento.
