viernes , 29 marzo 2024

“Veo en Chile mucho entusiasmo”

Javier Palop, laico marianista.

Javier PalopUna destacada participación tuvo el español Javier Palop (49) en el reciente encuentro “Juntos y juntas somos más, laicos y religiosos” que convocó Conferre a principios de agosto.

Mientras lo entrevistábamos, muchos de los participantes del evento se le acercaban: “nos ordenaste bastante el tema”, “fuiste muy clarificador, gracias”, le decían.

Este laico, casado y con cuatro hijos, pertenece a la familia marianista desde hace 32 años. “Desde que tengo 18”, dice orgulloso. Se tituló como ingeniero de sistemas y actualmente es directivo del comité corporativo del grupo SM, responsable de la organización y estrategia para todo el grupo editorial en nueve países.

“Me invitaron acá –comparte Javier– porque asistí a una jornada similar en España en que la que profundizamos como laicos el camino de la vida y la misión compartida entre laicos y religiosos. En este encuentro en Santiago –agrega– me pidieron motivar cómo lanzar caminos de futuro en esta dimensión”.

Javier, ¿qué idea  te has formado de Chile en cuanto a este tema?

Veo mucho entusiasmo, trabajo, grupos bien organizados, sobre todo en el mundo educativo que ha avanzado bastante y ha hecho un camino interesante. También, veo religiosos y religiosas, grupos más pequeños, que están pensando en esto como una realidad y que les gustaría iniciar el camino, pero no saben muy bien cómo.

Por eso, esta jornada es muy oportuna, porque permite conocerse y compartir aprendizajes. Y, sobre todo, conectarnos bien en red, es decir, saber que hay personas con las que en un momento dado pueden contar para que les asesoren, acompañen y muestren directrices.

¿Qué criterios de camino común laico-religioso compartiste con los asistentes al encuentro?

Primero, compartir muy bien los liderazgos, es decir, en este camino es muy importante co-liderar; que no sean solo los religiosos sino que los laicos participen de ese impulso compartiendo visiones, carisma, estrategias y acciones concretas.

Segundo; me parece muy importante partir de la mirada que ilumina y no de la sombra.

Un tercer criterio es cultivar la confianza mutua. Es muy importante que se reconozca y se valore la confianza de unos y otros.

Un cuarto aspecto es valorar e impulsar cada una de las vocaciones; lo que aporta la vida al mundo en general.

Y, por último, saber delegar y pedir a otros que hagan cosas para mí, para la causa, el proyecto o la misión compartida. Esto tiene que ver con entender diversas formas de la autoridad y el poder. Al final, la misión compartida conlleva autoridad y poder compartido.

¿Qué habría que priorizar para avanzar en la misión y carisma compartido?

Creo que hacia dentro de la familia carismática podemos hacer una evaluación y una valoración del camino hecho; y que eso genere una pasión compartida, una ilusión de hacer el camino de otro modo y avanzar.

Otra dimensión es discernir bien los desafíos, ponerse de acuerdo, graduar las energías. No querer hacer todo pronto y en muy poco tiempo. Estos procesos son largos y no hay que “quemar” a las personas. Hay que establecer planes que incluyan recursos, tiempos, personas, objetivos, capacitaciones, etc.

Lo otro es revisar cosas que podríamos hacer de otra manera: estructuras de gobierno, de comunión, la forma de compartir servicios.

¿Con qué relación entre laicos y religiosos sueñas?

En ámbito educacional sueño con un día donde los colegios no sean solo propiedad de los religiosos, sino que de la familia carismática. Eso significa que los grupos laicos de esa familia también asumen una titularidad del capital que está invertido en ese proyecto. Eso significa responsabilidades, obligaciones y derechos.

Otro sueño grande es compartir espacios de formación y de interiorización de la espiritualidad común. Es decir, romper el mito que de espiritualidad el único que sabe es el religioso. Cada cual lo vive y encarna de manera distinta. ¿Por qué un laico no puede profundizar en la espiritualidad del fundador? Lo único que tiene que hacer dedicar un tiempo a leer, a meditar, orar. Creo que es perfectamente concebible. Hay que romper algunas mentalidades que dicen que esto es así porque siempre ha sido así.

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