La CLAR – Confederación Latinoamericana de Religiosos, expresa su cercanía y solidaridad con el pueblo de Dios que peregrina en Ecuador, y respalda cada una de las acciones de la CER – Conferencia Ecuatoriana de Religiosos que ve con profunda preocupación el deterioro de los valores democráticos, el tejido social y la creciente inestabilidad política que sufre la República Ecuatoriana.
Sabemos que los enfrentamientos y polarizaciones no ofrecen soluciones, sino que generan mayores desencuentros de los líderes sociales y políticos, agudizan los padecimientos causados por las fuertes desigualdades, las dificultades, la inseguridad y el encarecimiento del coste de la vida del día a día en las comunidades más pobres. Así mismo, nos unimos al llamado al diálogo pedido por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana y expresamos nuestra voz de solidaridad con quienes caminan en los quehaceres pastorales y que hoy claman por un trabajo adecuado, alimentación, educación y salud necesarias para sus familias.
Como Vida Consagrada Latinoamericana y Caribeña, pedimos a todo el pueblo ecuatoriano, de manera especial a sus líderes, valentía, serenidad interior, capacidad de escucha y disposición para establecer acuerdos que se sostengan en el tiempo con la seriedad que merecen nuestras comunidades, en particular los empobrecidos de nuestra sociedad. La situación de sus comunidades de fe y vida, y sobre todo la de las personas y comunidades que acompañan, nos interpela y nos invita a cuidar unos de otros con la certeza de que llevamos un tesoro en vasijas de barro y en condición de fragilidad (2Co 4,7). El testimonio comprometido y perseverante nos fortalece, y esta fortaleza nos inspira solidaridad y esperanza.
María, la mujer de la Aurora, continúa acompañando y guiando el caminar de nuestros pueblos como lo hizo con la primera Iglesia cuando ésta surcaba la noche de la persecución y de la intolerancia. Con Ella y con las mujeres del Alba, nos unimos en esta travesía en favor de la vida.