lunes , 14 octubre 2024
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Forjadores de una historia

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En este año de la Vida consagrada el Papa nos ha pedido: hacer memoria agradecida,del presente apasionado y el futuro esperanzado.

Por: Padre José María Arnaiz

Eso somos cada uno de nosotros. Una  historia que necesita título; que tiene un hilo conductor. La de cada uno es distinta, original e irrepetible. La conocemos nosotros y la conocen los demás pero, por supuesto, con distinta profundidad.

En esa historia se trenzan acontecimientos, nombres, sentimientos, memorias, sueños y proyectos. No le faltan etapas distintas y una meta, un horizonte. En esa historia entra una vocación, un proyecto, una formación, una misión y un servicio. En ella cuenta el evangelio, una vida comunitaria, una calidad de oración; unos sacramentos de la reconciliación y unos ejercicios espirituales que llevaron a grandes opciones; unos rosarios que nos hacen entrar en una profunda comunión con María  y unas eucaristías que nos transforman en Jesús; un servicio a la educación y un servicio al necesitado.

Por supuesto que cada uno de nosotros forja un relato único. Pero en esa historia han contado mucho los compañeros de camino; por algo somos una compañía, una familia; integrada de compañeros y compañeras; ellos han hecho que no intentemos llegar a las metas los primeros y solos sino a tiempo y bien acompañados. Esos compañeros y compañeras tienen nombre, rostro, voz y presencia en nuestra historia.

A veces nos hemos visto empujados por las circunstancias pero también hemos tomado decisiones, hemos elegido caminos y nos hemos vinculado  a personas y grupos, a instituciones y comunidades. Vincularse es decisivo en la vida;los sacramentos nos vinculan a los otros creyentes, la profesión religiosa es un vínculo, las amistades nos llevan a establecer vinculados, la vivencia compartida de un carisma solo se puede llevar a cabo entre personas- religiosos o laicos, hombres o mujeres,vinculadas.

No hay duda que en nuestra historia ha entrado vida y muerte, aciertos y errores, salud y debilidad, pasión y dudas, riesgos y opciones claras y definidas. Todo ello nos ayuda a decir lo que somos y quiénes somos. Nos pone nombre, nos bautiza, nos dedica. Crea comunión y la multiplica. Lleva al compromiso.

No es fácil decir y hacer nuestra historia. Sin embargo, nos trae muchas ventajas. Es juntar lo que en este año de la Vida consagrada el Papa nos ha pedido: la memoria agradecida, el presente apasionado y el futuro esperanzado. Puede ser, también, la ocasión oportuna para examinar si en ella se dan todos los ingredientes que corresponde y que nunca deberían faltar en la historia de un religioso. ¿Qué lugar ocupa en ella María; los hermanos más necesitados de la comunidad o de la Provincia; los pobres; el Papa, el Fundador, nuestro Superior General; nuestro país, Chile; nuestra familia…?

Esa historia se ha hecho y se está haciendo en un tiempo y en un lugar. Ha tenido y tiene contexto. Ese contexto se convierte muchas veces en el aire que respiramos. Conviene que sea puro y sano; eso es como decir que el ambiente es mucho para nosotros y que nos toca hacer de todo para que sea bueno.

Por supuesto que en esta historia y en este caminar nos ilumina la historia de Jesús y la de María. Nos las han relatado y las hemos relatado. Esos relatos son mensaje, presencia y acción para cada uno de nosotros. Son gracia.

Estas reflexiones las hago llegar para saber hacer bien el testimonial y estimulante ejercicio de relatar nuestra historia de vida a los demás. El día de nuestro cumpleaños puede ser una ocasión muy especial para contar parte de esta historia y por supuesto para ponerla titulo.

 

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