jueves , 25 abril 2024
clar haiti

Comunicado público de la CLAR sobre la situación de inestabilidad sociopolítica, legal y de justicia de Haití

Mientras la humanidad toda continúa ocupada en buscar soluciones para el problema de la pandemia el pueblo haitiano está también sumergido en una situación insostenible desde todo punto de vista.

Hoy denunciamos públicamente la actual situación de violencia, inseguridad y anarquía generalizada que han convertido al país y sobretodo a su capital Puerto Príncipe en un lugar en el que vivir se está haciendo imposible. El horror del secuestro extorsivo generalizado es una expresión débil de la realidad a la que este pueblo está siendo sometido por las bandas fuertemente armadas que en este momento controlan en detalle la realidad del país.

Desde la deposición de la dictadura de Jean-Claude Duvalier, llamada por los haitianos la “segunda independencia” en febrero de 1986, el pueblo haitiano sigue sumergido en una cadena interminable de esfuerzos fracasados de transición política, pacífica y democrática. Las cizañas de muerte parecen seguir ahogando las semillas de la vida que tantas y tantos continúan sembrando en los arados de esta tierra fértil y rica, en las laderas de una cultura gozosa y solidaria y en el corazón de un pueblo resiliente y luchador que continúa resistiéndose de pie frente a la opresión del mal, de la desigualdad, de la corrupción y de la violencia.

La Vida Consagrada de la América Latina y del Caribe se declara hoy de parte de la vida frente a la desesperación de la población, la inseguridad galopante, la muerte de los inocentes, y sobretodo la realidad de los más pobres cuya dignidad está siendo lacerada desde todo punto de vista. La confusión generalizada se hace más grave por la realidad de vivir en un territorio geográfico sin estado real, sin ley, sin justicia y con una economía fracasada y expresada en la inseguridad alimentaria de las mayorías pobres. La ausencia de un gobierno real se evidencia también en la delincuencia estatal que ahoga la esperanza de las personas y de las comunidades.

Hacemos un llamado urgente a la ONU, a la OEA, y a la Corte Interamericana de Derechos Humanos para que usando todos los medios diplomáticos y legales de los que disponen ayuden al pueblo haitiano a salir de este embrollo jurídico, diplomático, económico y político en el que están sumergidos. No entendemos cómo el presidente Jovenal Moise que debió haber dejado el poder el 7 de febrero del 2021, bajo las directrices de la Constitución y del principio democrático de la transición política pacífica, insiste en permanecer al frente del gobierno usando maniobras ilegales y frente a la pasividad y la torpeza de la oposición. Esta situación continúa alargando la interminable lista de las víctimas dentro del pueblo haitiano, las mayorías populares y sobre todo los olvidados y abandonados de la historia.

Hacemos un llamado a las Conferencias Nacionales de Religiosas y Religiosos en el continente y en el caribe, a las congregaciones religiosas que hacen incidencia política en la ONU (JCoR) para que presionen a los gobiernos del continente y del mundo para que cese la indiferencia y la apatía frente a la crisis humanitaria, legal y política por la que atraviesa el pueblo haitiano.

Somos conscientes hoy más que nunca de la interconexión de la vida y de que la sobrevivencia de la persona humana y del planeta está íntimamente relacionada con la convicción de que nos pertenecemos y nos necesitamos el uno al otro. Al pueblo haitiano, a la Vida Consagrada que vive su misión en esta hermosa tierra les pedimos que escuchen hoy nuestra voz solidaria que se levanta con fuerza para asegurarles que no están solos, que caminamos con uds. y que haremos todo lo que podamos para ayudarles a alcanzar la liberación que buscan y que merecen por derecho, por dignidad y por justicia.

Además de elevar nuestra voz públicamente en favor del pueblo haitiano que busca su liberación integral, también queremos hacerlo dirigiéndonos al Dios de la Vida, mientras caminamos hacia la Pascua. Que el Dios de justicia y de libertad, el Dios de la paz, el Dios de Jesús, que vino para que tengamos vida en abundancia les acompañe en esta pasión y en el calvario de hoy. Pedimos a todos los consagrados/as del continente y del caribe que nos unamos en una oración solidaria, pascual y comprometida con el pueblo de Haití.

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