jueves , 28 marzo 2024

Comentario Evangelio 22 de Enero

El Viento (2)

Comienzo del anuncio de la Buena Noticia y la llamada de los primeros discípulos

Hno. Joaquín Blanco

Evangelio Según San Mateo 4, 12-23

El evangelio de hoy puede pasar desapercibido para muchos religiosos y religiosas dado el tiempo de verano que vivimos.
Sin embargo el relato toca nuestra vida consagrada profundamente.

a.- El Dios del universo que ha creado el cielo y la tierra con sólo su Palabra, deja su morada y viene a residir junto al mar en tierra extranjera para pronunciar palabras que sepan a cielo. Y también el Hijo del hombre, el maestro de Nazaret, deja la casa de su juventud para caminar por la Galilea de los gentiles, más allá del Jordán. Las tinieblas de la ignorancia que se perpetúa en sus rayos con el pasar de los siglos vienen atravesadas por una gran luz.

¿No resuena en este relato el llamado a la salir a las periferias? ¿Puede la vida consagrada ubicarse en otro lugar que no sean las periferias existenciales, sociales, religiosas, culturales si Dios mismo lo hace en la persona de Jesús? ¿Cuántas “casas de juventud”, cuántas “racionalizaciones”, cuántos “lugares seguros”, cuántas decisiones “razonables” sentimos que debemos dejar para salir aprisa al encuentro de la vida?

b.- Las sombras de la muerte oyen palabras que abren caminos de novedad y de vida: “Conviértanse, porque el reino de los cielos está cerca”. Cambiar de itinerario, acercarse a la luz no es empresa difícil para quien tiene familiaridad con la presencia del Altísimo. Porque los ojos se acostumbran a la presencia y fácilmente el corazón humano olvida el pasado de tinieblas, cuando goza de esplendor.

He aquí una advertencia a nuestra vida de consagrados y consagradas: Solo podemos salir aprisa a las periferias si, como María, vivimos nuestra propia “anunciación” que nos convierte en portadores de Jesús, si estamos acostumbrados a la presencia del Señor. Nuestra salida nos es cultural ni social ni religiosa sino “empujados por el mismo Espíritu de Jesús”.

c.- Convertirse ¿Cómo? La relación humana se convierte en el camino nuevo junto al mar. Hay hermanos a lo largo de las orillas, pareja de hermanos: Simón y Pedro, Santiago y Juan. Dios no viene a separar los vínculos más sagrados, sino que los asume para pescar en una vida más luminosa, su vida, su mar.

Como vida consagrada somos llamados “en comunidad”. No se trata de que algunos de los nuestros salgan sino que “nosotros como comunidad”, “como vida consagrada en Chile” salgamos aprisa para que los últimos, los pobres, los excluidos, los descartados se llenen de luz, de vida, de amor.

d.- Mientras caminaba… El camino es un gran secreto de la vida espiritual. No hemos sido llamados para estar firmes, quietos, sino para caminar también nosotros junto al mar, el mar del mundo donde los hombres son como peces, sumergidos en una agua amarga, salobre del no humano.

Se nos invita hoy a detenernos para ubicarnos. Con el GPS de la Palabra veamos dónde estamos, qué camino hemos recorrido, hacia dónde vamos, cuánto tiempo nos falta, qué alternativas nos llevan mejor a la fidelidad al Señor en su Iglesia y en el mundo actual. Volvamos a la Palabra como GPS para nuestra vida consagrada.

e.- Pescadores de hombres. No se puede pescar sin la red del amor, sin un padre que custodie la barca, sin una barca con la que adentrarse en el mar. La red de las relaciones humanas es la única arma posible a los evangelizadores, porque con amor se tiene una gran pesca, el amor no debe ser sólo anunciado, sino llevado. Ser llamado de dos en dos quiere decir precisamente esto, llevar un amor visible concreto, el amor de hermanos que gozan de la misma paternidad, el amor de personas por las que corre la misma sangre, la misma vida.

Nuestra misión hoy – como siempre por lo demás – es generar relaciones al estilo del evangelio: Los últimos son los primeros, los pecadores van por delante, los pequeños tienen preferencia, los que no cuentan ocupan los primeros lugares… y esto en nuestras propias comunidades y en todos los lugares, ámbitos o instituciones donde haya vida consagrada, aunque en realidad, simplemente donde haya discípulos misioneros de Jesús.

f.- Síganme… Llamar a otros a caminar, a pescar, a testimoniar. Las redes se rompen pero cada pescador está en grado de recomponer una red que se rompe. ¡El amor no es un objeto de adorno! ¡Usándolo se rompe! El arte de reordenar vuelve precioso todo tejido posible entre los hombres. Lo que cuenta es andar, fiarse de aquel nombre que se ha llamado siempre y ahora VIDA.

Seguir a Jesús por su camino hasta la cruz. Seguir a Jesús en su dinámica hacia las periferias. Dejar que en el camino Él transforme nuestro pensamiento, nuestras opciones, nuestras decisiones, nuestras prioridades. Seguir a Jesús viviendo a su estilo humilde y pobre, amigo de pecadores y prostitutas, compartiendo con publicanos y leprosos… Rehacer una y otra vez la red de nuestras relaciones de hermanos y hermanas y ponernos en camino aprisa hacia donde clama la vida.

Los llamados van, siguen a Jesús. ¿Pero dónde va Jesús? Camina por toda la Galilea, enseña en las sinagogas, predica la buena nueva del reino, cura toda clase de males y enfermedades en el pueblo. Todo hombre o mujer de mar, apóstol del reino, hará como Jesús: caminará por los caminos del mundo y se presentará en las plazas, proclamará las buenas noticias de Dios y cuidará de los afligidos y enfermos, hará visible la ternura del Padre para cada uno de sus hijos.
A esto nos empuja el Espíritu como vida consagrada tanto en nuestras vidas cotidianas como en nuestras obras: Transparentar la ternura y la misericordia de nuestro Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo.

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