SEÑOR, ¿ES VERDAD QUE SON POCOS LOS QUE SE SALVAN’?
«Esforzaos por entrar por la puerta estrecha»
Ana Teresa Araya
Hermanas de la Providencia.
Evangelio según San Lucas 13,22-30.
Jesús nos enseña y nos forma mientras va caminando junto a nosotros en lo que acontece en nuestra vida y en la vida de todos los días, indicándonos el camino de la Salvación. Nuestra única preocupación es dejarnos sanar, salvar, amar e iluminar por Él. La imagen del banquete es elegida por Jesús para hablar del Reino. El banquete expresa la plenitud, la fiesta, el gozo, es la gran esperanza que anima al pueblo, es una invitación que ha llegado a mi vida. Agrega el signo de la puerta estrecha, es decir, los grandes tienen dificultad para pasar. Sí, para atravesar esta puerta tenemos que hacernos pequeños y humildes, de corazón sencillo y lleno de un amor compasivo, que se conmueve ante la necesidad del otro, que es mi hermano. Esta puerta está hecha a la medida de un niño, que todo lo espera y es que es capaz de abandonarse, porque necesita ser ayudado y amado.
Jesús mismo es la Puerta, siempre abierta a todos, ¡Qué noticia más consoladora! nadie puede cerrar la puerta, salvo nosotros mismos, cuando nos cerramos a su perdón, a su amor. Para que la pasada por la puerta sea más fácil necesitamos alivianarnos de equipaje, de todo aquello que impide el paso hacia Dios y a lo que es de Dios. Se nos abrirá la puerta, pero a condición de no ir cargados con nuestro propio yo.
Dios, Padre Bueno y Providente, nos da todos los medios para salvarnos; abrirá la puerta todo lo que sea posible y será muy ancha y hermosa, para que entren los pequeños; se nos abrirá la puerta que nos lleva a la vida. Hoy estamos invitados a buscar la puerta que nos conduce a Dios, la puerta de la compasión, de la misericordia, de la solidaridad, de la fraternidad y del corazón bueno y limpio; así seremos capaces de descubrir a Dios en las puertas cotidianas. Los planes de Dios no se corresponden con los proyectos humanos; lo que cuenta ante Dios es la fidelidad al mensaje de Jesús que se traduce en obras, es el amor que hacemos visible en los acontecimientos de la vida cotidiana. La puerta estrecha está hecha de entrega generosa y amorosa; de compromiso humilde y servicio silencioso; nos conduce a la confianza, a la alegría, a la paz, a la esperanza.
Hoy es un llamado a acoger la Salvación de Dios, de manera responsable y lúcida. De entrar por la puerta estrecha y aprender a vivir como Jesús, caminando con Él y dejándose salvar. «Yo soy la puerta, si uno entra por mí será salvo» (Jn. 10,9). Agradezcamos a Dios que en Jesús se hace camino para cada uno de nosotros y nos invita a caminar por sus sendas, para encontrar la puerta por donde entraremos los que hemos recibido a Dios de mil formas, razas y colores…En tu amor Señor quieres que todos los pueblos alcancen tu Salvación, será una mesa inclusiva donde habrá lugar para todos, donde se sentará el servidor y el amo, el negro y el blanco, el rico y el pobre, el hombre y la mujer, los niños y los ancianos, el compatriota y el inmigrante y donde Tú, serás todo en todos para siempre.
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