sábado , 20 abril 2024
el viento

Comentario Evangelio 20 de Diciembre

“¡Alégrate!, llena de gracia”

P. Héctor Campos Méndez, OFM-Cap
Orden Hnos.  Capuchinos
Presidente de CONFERRE

El cuarto domingo de adviento, lo vivimos con María muy cerca de la Navidad. Ella entre el asombro y alegría, responde afirmativamente al Plan de Salvación de Dios. Con ella entramos todos nosotros en esta preparación del nacimiento de Jesús. Unos con sus hermanas y hermanos de las ollas comunes, otros con sus alumnos y apoderados en los colegios, otros con sus comunidades parroquiales en la animación y preparación gozosa del nacimiento del Salvador.

Tres cosas me llaman la atención de éste texto evangélico y provocan una respuesta nueva y generosa, junto al Pueblo santo y fiel de Dios, con el cual caminamos soñando nuevas Buenas Nuevas.

Primero: el acoger con “gozo” el nuevo tiempo lleno de incertidumbre y dudas. La primera palabra del evangelio, es justamente esta “Alégrate”, pues no estamos solos. El Señor nunca nos deja solo, por eso, debemos seguir haciendo camino con los otros que nos toca acompañar, pues en nuestra lucha no estamos solos. El “temor”, muchas veces, se apodera de nosotros. Pero el Señor “está con nosotros”.

Segundo: nos indica que “todo es posible para Dios”, no vemos claro, se nos viene la nueva constitución;  pero un cambio es posible, por eso, debemos saber “estar” con nuestro pueblo fiel de Dios. Porque para Dios nada es imposible. El odio, el rencor, la violencia sentida en el corazón y ocurrida en muchos lugares, tiene una respuesta en El que todo lo puede. De este modo la alegría verdadera solo es posible en el corazón del que anhela y busca justicia, libertad y “Fraternidad” para todos.

Tercero: “María causa de nuestra Alegría”, esto aprendí de las letanías desde muy joven. Y creo que María, en el hoy que nos toca vivir, se convierte en el mejor modelo de una nueva Iglesia Pueblo de Dios. Una Iglesia maternal con ternura y acogida del “herido”. Ella, como muchos de nosotros, como una mujer sencilla, sin grandes títulos, sin fama ni prestigio, sólo con la humildad y sencillez responde con mucha convicción. Ella acoge no sólo a Jesús, sino su mensaje y misión.

Que María, nuestra madre, siga provocando en nuestra vida consagrada, una alegría en la atención a todo ser humano y que como ella, sabe olvidarse de sí mismo e ir de prisa para estar con el más necesitado. Feliz cuarto domingo de adviento, envuelto en luz para acoger al Salvador.

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