martes , 23 abril 2024
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Alejandra Cortez: Una normalidad ficticia

Vía: kairosnews.cl/

Alejandra Cortez,
Religiosa de María Inmaculada. Abogada de la U. de Chile
y profesora de Ciencias Sagradas.

¿Nueva normalidad o normalidad ficticia?, me inclino por esta última. En realidad, nuestro país ha dejado de estar dentro de los cánones de lo habitual hace ya seis meses, el coronavirus ha venido a acentuar nuestra falta de normalidad, porque ha quedado en evidencia que no es “normal” lo que nos ocurre como país.

A partir de octubre los chilenos comenzamos a expresar masivamente nuestra disconformidad con un sistema que beneficia a unos pocos y empobrece a muchos, las marchas y protestas se hicieron frecuentes, pese a la represión que intentaba impedir las voces del pueblo.

Hubo un cambio rotundo en la conciencia colectiva y la normalidad adoptó los ropajes y los rostros variopintos de la gente, el país ya no funcionaba como antes, y efectivamente, habíamos despertado luego de un profundo letargo.

El coronavirus puso en pausa las manifestaciones populares y comenzamos una cuarentena voluntaria u obligatoria según los casos, que corroboró nuestra indignante desigualdad, que constituye la base del reclamo popular.

El retorno a una “nueva normalidad” no es otra cosa que una normalidad ficticia, porque no es posible que los niños y jóvenes vuelvan a clases manteniendo un metro y medio o dos de distanciamiento social; como tampoco que dentro de un mall u oficina pública o un restaurante esto sea factible. ¿Podemos tomarnos un café o comer empanadas con amigos sin que haya riesgo de contagio?, sí, se puede, pero sólo dentro de los esquemas de una “normalidad de ficción”.

Esta fantasía, que se traduce en un lenguaje comunicacional distante de la realidad de la mayoría de los chilenos, me lleva a recordar y ver el contraste con el lenguaje claro, franco y enraizado en la experiencia del pueblo que usaba Jesús, y vuelvo a sentirme tocada por la fuerza y belleza de esa buena noticia que a diferencia de lo que vemos en nuestro Chile, es un mensaje de esperanza precisamente para los postergados, porque para Jesús estaba primero la persona y su salud antes que la economía, y así lo demostró en su paso entre nosotros.

Alberto Hurtado decía: “Buscar el dinero para hacer el bien, sí, pero con tal que se comience cumpliendo con la justicia”. ¿Hay justicia hacia los sectores más desfavorecidos con estas medidas que se intentan implementar? ¿Predomina el bien de toda persona o el bien económico de unos pocos?

Chile ya no retornará a lo que fue antes del 18 de octubre, y me animo a creer que, si se nos obliga a esta “nueva normalidad”, emergerá con mayor fuerza la llama del estallido social que ahora se encuentra en pausa.

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